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viernes, 26 de abril de 2024 14:51h.

ENTREVISTA AL MANAGER Y PRODUCTOR DE BANDAS DE ROCK, JORGE MENDOZA RíOS

La enciclopedia viviente del rock de Concepción

Jorge Mendoza Ríos

Jorge Mendoza Ríos, genio y figura dentro de la escena musical de la octava región, responsable del éxito de numerosos artistas locales que proyectaron su música incluso más allá de nuestra fronteras. En esta conversación, habla in extenso de su pasado presente y futuro en el mainstream del rock regional, en una entrevista que busca encontrar el lado más desconocido de una celebridad penquista que ya es tiempo que obtenga su merecido reconocimiento

Es una calurosa tarde soleada de día jueves del presente mes de diciembre en la ciudad de Concepción. La hora y las coordenadas para el punto de encuentro son claras y precisas: Pinacoteca de la Universidad de Concepción, 16:00 horas. Tarda un poco más de lo esperado. Suena mi teléfono y una voz rasposa me señala del otro lado que ya está de camino. A unos tres metros de donde me encontraba, un grupo de punkies, festinan como sólo ellos saben hacerlo: alcohol y estrepitosas carcajadas, desde donde se escapan frases en una extraña jerga algo inconexa mezclada con el vaho de cuerpos sudorosos abrazados por el calor. De pronto, diviso a nuestro entrevistado, una figura enjuta que mueve su cabeza alternadamente de un lado a otro oteando hacia el horizonte en busca de un rostro que le es familiar. Está más delgado que la última vez ¿Por qué me pregunto? La respuesta viene a mi mente por sí sola. No podría ser de otra manera, el hombre se alimenta de rock and roll, bebe rock and roll, respira rock and roll y exuda rock and roll. Tras un abrazo y un fuerte apretón de manos y las acostumbradas frases de cordialidad después de un largo tiempo desconectados, damos comienzo a la entrevista que este mito viviente concedió a nuestro medio.

En pocas palabras ¿Quién es Jorge Mendoza?

Es un ser humano y en el fondo de ese ser humano están el cielo, las estrellas, y tras las estrellas está mi corazón.

¿Qué es lo que hace Jorge Mendoza? ¿Cuál es su pasión?

Jorge Mendoza vive por la música y con la música.

Jorge ¿Cuándo comenzó este interés o esta pasión por la música?

¡Uff!, Tu pregunta me produce mucha nostalgia. Aunque no lo crean, el cuento de mi vida iba por otro lado. Iba por ser futbolista.

¿Y qué fue lo que gatilló ese cambio de vocación entonces?

Mi viejo y mi vieja. Mi padre fue académico de la Universidad de Concepción, de las cátedras de Historia del Arte e Historia Antigua, además era de nacionalidad brasileña y aparte de ser profesor, fue locutor radial y actor en aquellos tiempos. Otro antecedente es el hecho que en mi casa se escuchaba música todo el día, bossa nova, música popular brasileña y mi viejo era fan de George Harrison. Recuerdo que una tarde de domingo – en esos años se escuchaban vinilos -, mi papá se había comprado un single, que eran estos discos de 45 rpm, de Harrison, que traía el tema “My Sweet Lord”. Creo que la tarde de ese domingo mi padre tiene que haber escuchado unas 45 veces esa canción, lo que provocó que mi vieja decidiera guardar aquel disco. Estábamos todos hastiados, aunque la colección de vinilos que tenía mi padre no se componía sólo de ese disco, pues era bastante interesante y variada. Había mucha música brasileña. Por el lado de mi madre, estaba todo el gusto por la música clásica, Manuel de Falla, Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, y creo que al ser un niño, todo ese conjunto de cosas me gatilló el amor por el arte. El arte siempre estuvo presente en mi casa a través de lecturas poéticas o cuando mi viejo me invitaba a ver exposiciones, obras de teatro o música clásica. De esa forma me motivaba, siempre me potenció esa veta artística. Toda esa formación y decidirme por la música, me convirtieron en un ser humano tremendamente sensible.

¿Por qué la música y no la pintura, la escultura u otras artes?

Porque la música me mueve. Soy una caja de resonancia. Por ejemplo, uno asocia la música a determinados momentos, a instancias de la vida, a hechos y cosas simples. Eso es lo que me sucedió personalmente.

Si tuvieras que hablar y seleccionar cuatro o cinco canciones que componen el soundtrack de tu vida ¿Cuáles escogerías?

The Beatles.

¿Alguna canción en especial de The Beatles?

¡No! Un disco entero: “A hard day’s night”. Me marcó para toda la vida

¿A qué edad llegó ese disco a tus manos?

Era muy niño. Tenía unos diez años.

¿Qué recuerdas de aquel día en el que escuchaste ese disco?

Yo vivía en el sector de la remodelación Paicaví y las ganas de jugar fútbol era de todas las tardes, todos los días y todo el rato. De hecho, íbamos a almorzar y volvíamos a jugar fútbol con los amigos del barrio, y siempre éramos cuatro los que más nos juntábamos, entre ellos mi hermano que en paz descanse. Con la llegada de la televisión, tuve la oportunidad de conocer a los Beatles, porque mostraron muchas de sus películas cuando yo era un niño.

¿De qué año estamos hablando?

Del ’70. Y yo decido formar los Beatles en la remodelación con mis amigos. Habían dos que eran vecinos, amigos de infancia con los que siempre me encuentro, y mi hermano fallecido como te contaba.

Jorge Mendoza

¿Quiénes eran tus amigos si no hay problema en nombrarlos?

Uno de estos amigos era Cristóbal Salvadores, quien era hermano del administrador de una estación de servicio Copec en Santiago, Joaquín Salvadores, asesinado por delincuentes el pasado 21 de septiembre de este año. Venían de familia de españoles ligada a la música, todos buenos cantantes y guitarreros. El otro amigo es Alberto Arévalo Romero, hoy en día abogado, y Gonzalo Mendoza que era mi hermano y el más conflictivo, con un perfil más propio de integrante de banda punk que onda Beatles. Cristóbal Salvadores tenía una pelea constante con mi hermano por apropiarse del rol de Paul McCartney, porque en ese tiempo McCartney representaba el “mino” de la banda. Entonces se peleaban el liderazgo de quien era Lennon y quien McCartney. ¿Por qué no elegí ser Lennon?, porque era obvio que a mí me correspondía ser George Harrison por mi nombre: Jorge. No me podía poner otro nombre, y me quedaba ad hoc, además, por lo que mi papá escuchaba, aunque a mí siempre me gustó Lennon, por el vuelo poético, por el vuelo artístico y por el vuelo compositivo que tenía. Alberto Arévalo, a quien le encantaba la batería, obviamente, asumía el papel de Ringo Starr.

Volviendo al disco, creo que el “A hard day’s night”, me marcó mucho. Otra banda que me dio vuelta la cabeza fueron los Ten Years After, una banda de rock de los ’70 con Alvin Lee como guitarrista. Ellos tocaron en Woodstock. Me “rayé” con esa banda. También era fanático de Led Zeppelin; demasiado fanático de esta banda. Me creía Jimmy Page. También me gustaba mucho el rock progresivo, Yes, Gentle Giant, Jethro Tull, y me puse más complicado todavía cuando comencé a escuchar a Van Der Graaf Generator, una banda experimental, como dicen los franceses una banda avant-garde, que no tenía parangón con nada conocido y era la banda que más le gustaba a Lennon. Con el tiempo me di cuenta de eso.

¿Cuál fue el primer disco que te regalaron?

El primer disco que recibí fue el Penny Lane.

Un “45” ¿Te acuerdas qué canción venía en el lado 2?

Sí. Yesterday.

¿Cuál fue la sensación que te provocó?

Me quedé con Penny Lane. Me gustó más esa canción. La encontré genial.

Te acuerdas de la ocasión, el día, el lugar…

Sí. Fue para mi cumpleaños, un día en la tarde en mi pieza del departamento de la remodelación Paicaví donde vivía, con mi tocadiscos.

¿Quiénes estaban como invitados?

Todos mis amigos del barrio.

Jorge, tú has visto pasar muchas generaciones de músicos, en los ’70, en los ’80, en los ’90, en la primera década del nuevo milenio y en la década en curso ¿Cuál ha sido para ti la mejor época para la música de Concepción?

Puede parecer una contradicción, pero para mí la década de los ’80 fue una época clave para la música de Concepción. Por otro lado, está el hecho que estábamos bajo una dictadura. Eran cosas completamente contrapuestas. Por un lado la música se desarrolló en un ambiente altamente represivo y por otro lado se te llenaba el alma escuchar tanta banda buena.

O sea, en términos estrictamente musicales y dejando de lado el contexto político, ¿Afirmarías que los ’80 fueron la mejor época?

De todas maneras. Los ’80 en Concepción fueron como los ´60 en Inglaterra. Nacieron las mejores bandas.

Háblanos más acerca de esa época, específicamente de aquellos elementos que la convirtieron, en tu opinión, en la mejor época…

El momento político sin duda.Fue una época en que nos cerraban los espacios y lo entretenido era abrir espacios.

Era un desafío que planteaba el sistema…

Claro. Era más entretenido tirar piedras en los ’80 que en los ’90 o en los 2000. Armar tocatas era súper complicado. Había que ser muy valiente realmente.

Y haciendo una analogía con lo que vemos hoy en día, donde existe una gran disponibilidad de recursos y material para que los jóvenes puedan, por ejemplo, aprender a tocar instrumentos a través de programas, videos tutoriales en Internet, música que se puede descargar desde plataformas como Spotify o iTunes, etc. y en aquellos años en cambio, tú nos hablas de condiciones técnicas muy precarias…

Imagínate que había una sola guitarra para todos los músicos, que la compartían entre las bandas. Era una Gibson, que no recuerdo a quien pertenecía. Los equipos eran precarios. Me acuerdo de una tocata que se hizo aquí en la Universidad de Concepción, donde el amplificador era un equipo 3 en 1. Todo se hacía a pulso, pero las tocatas eran entretenidas. También recuerdo otra tocata que se hizo en el estacionamiento de Lenguas de esta misma universidad, donde tocaron Los Tres, como no se podía montar un escenario, los autos fueron los que iluminaron la tocata. Era súper entretenido armar esos “rollos”.

Hablaste de la dictadura ¿Qué implicaba ser rockero en los ’80? ¿A qué clase de riesgos te enfrentabas?

En primer lugar a la censura, luego el “guanaco” (risas), y ¿por qué digo el “guanaco”? Porque con él dispersaban a todos los tipos que estaban tocando. La “cuca”, como le llamaban los viejos de antes, y el miedo a que te metieran dentro de este vehículo policial por estar tocando.

¿Recuerdas alguna ocasión en particular donde hayan ocurrido incidentes como los que describes?

Sí, en el foro. Fue un acto político en contra de la dictadura. Hay algo que siempre me llamó la atención y es que Los Tres estaban presentes en actos culturales y tocaban rockabilly. Me llamaba la atención, porque toda esa cosa de protestar contra el sistema estaba más asociada al punk, a un género más radical, pero no al rockabilly. Era como ver a Johnny Cash. No sé, los encontraba un fenómeno bien entretenido y bastante interesante. Imagínate, si tú grabaras un video de una protesta en Santiago ¿Qué soundtrack pondrías de fondo? Rage Against The Machine sería lo más obvio ¿No? Pero aquí era divertido ver a unos tipos con mechón, jopo y toda la onda tocando en medio de un convulsionado contexto político. Más encima tocaban bien y tenían ene onda. Eran increíbles. Para mí es casi una enfermedad lo que siento por Los Tres. Es una devoción. Soy un devoto de Los Tres.

¿Se podría afirmar que los Tres fueron una luz en medio de una época de oscuridad?

Sí, porque eran entretenidos. Ahí destacaba el Álvaro Henríquez con sus ironías. Tú podías pensar que era una pose sobre el escenario, que el tipo te estaba vendiendo el cuento del rockabilly y no era así. Se bajaba del escenario y seguía siendo el mismo. Era muy divertido. Aparte de eso, tú podías encontrarte con el Álvaro en distintos lugares de la ciudad; ya sea en las plazas o en el centro. Era súper entrete verlo.

¿Alguna anécdota que recuerdes de esos años?

R. Yo tenía un programa en la radio Universidad de Concepción, llamado La Nueva Oreja. Ese programa me dio la posibilidad de iniciarme como manager, algo que nunca me propuse. En una ocasión fue a la grabación del espacio, Álvaro Henríquez, porque él siempre iba a escuchar el programa y a compartir con nosotros. De repente llegaba solo, otras veces iba acompañado - suponte con el “Titae” Lindl - a escuchar el programa, y nosotros tocamos el álbum Nothing Like The Sun de Sting, donde sale el tema “Ellas Bailan Solas”, que se refiere a las esposas de los detenidos desaparecidos. En esa canción hay una parte en español, en la que habla Rubén Blades y al terminar su intervención en el estribillo de “Ellas bailan solas”, se oye decir “Mister Pinochet”, que lo dice Sting. Creo que fue el mejor gol de media cancha que como programa hicimos, rompimos las barreras de la censura. El que cachó, cachó no más.

¿Y burló la censura entonces?

Pensamos que iba a pasar piola, pero el locutor de turno que venía después, un señor de apellido Coloma que hacía un programa emblemático en radio Universidad de Concepción aquellos años, que se llamaba La Hora Alemana, es el único que cachó. Desconocíamos su posición política, pero el tipo cachó el condoro.

Todo quedó hasta ahí …

Por supuesto, no pasó a mayores. Coloma nos dijo: “no se preocupen cabros; esto pasó piola, igual la hicieron”.

¿Era un tiempo de mucha censura en los medios…

Sí. A nosotros nos censuraban los programas, porque éstos iban grabados y los censuraron muchas veces.

A ver…, y corrígeme si estoy equivocado ¿En alguna edición del programa quisieron incluir a los Pinochet Boys y no pudieron tocarlos?

¡Sí! Los Pinochet Boys estaban censurados, al igual que la música de Los Prisioneros. Era imposible tocar a ese tipo de bandas. De hecho, recuerdo que una vez fue al programa Mauricio Melo a promocionar una tocata y dijo la frase “protesta contra…”, y tuvimos que volver todo el programa atrás para repetirlo y editar esa parte.

Ya que estás hablando de La Nueva Oreja ¿Fuiste uno de los conductores de ese programa?

R. Fui conductor y el creador del programa. Los otros conductores fueron Marcelo Castillo Acevedo y Marco Valenzuela Castellanos.

Coméntanos lo que significó para ti esa experiencia

¡Fue espectacular!

¿Fuiste el gestor de la idea del programa?

¡No! Sería un farsante si te dijera que sí. Mi padre, siendo decano de la Universidad de Concepción de la Facultad de Educación Humanidades y Arte, tenía espacios para hacer programas en la radio, que era la forma de generar puntos para su calificación docente o para llenar más su currículum, por decirlo así. Mi padre siempre me dijo que yo tenía excelente voz para la locución. Él también fue locutor y fue quien me inscribió en estas jornadas de verano que se hacían aquí en la UdeC, que costaban como 2 lucas y tomabas clases de técnica vocal. Yo tomé clases de técnica vocal con Helvia Vergara y con una profesora que era cantante de ópera, el curso se llamaba “Técnica Vocal”, y estaba orientado a profesores y cantantes. Aprendí a trabajar la voz mediante el diafragma e hice el taller que duró dos meses en dependencias de la universidad, obteniendo un diploma. Después mi viejo me convenció que tomara más talleres. Por ejemplo tomé un taller para locutores y te puedo contar que fueron mis profesores el tío Agustín “Cucho” Inostroza, Eduardo Cruz-Johnson, Hernán Pereira, que de ahí salió el personaje “Silverio Silva” para el programa “Jappening con Ja”, Helvia Vergara de la radio UdeC nuevamente, y otro locutor del que no recuerdo su nombre. Fui aprendiendo mucho más de la locución a través de estos cursos. Me sirvió caleta aprender a respirar, a proyectar la voz, y mi viejo consideró que la mejor forma de aplicar lo aprendido, hacer –entre comillas- la práctica, es teniendo un programa radial. A modo de talla me decía “qué mejor que hacer una práctica aquí en la radio hijo; además, tu cachai caleta de música y quien sabe más de new wave que Jorge Mendoza”. A punta de chistes me instó a incursionar en la radiodifusión.

¿Cómo te contactaste con tus otros compañeros de programa?

Porque eran alumnos de mi viejo en la universidad y yo los conocía de vista. Mi papá eligió a Marco Valenzuela, porque sabía que al igual que a mí, le gustaba la música. No éramos tan amigos, pero nos cachábamos. Y Marcelo Castillo era amigo del barrio, de la remodelación Paicaví, así es que todo estuvo OK.

De cómo se nos ocurrió el nombre fue bonito, porque ¿qué nombre le ponemos al programa?, era la gran pregunta. Cuando niño yo escuchaba un programa llamado “La Tercera Oreja”, que se transmitía por radio Agricultura y era conducido por Joaquín Amichatis, un locutor español. Este programa, que llegaba a Concepción, consistía en un radioteatro de terror e historias de fenómenos paranormales. Me quedó dando vuelta ese nombre y le dije a Marcelo: “tenemos que ponerle algo relacionado con la oreja…”. Marcelo tenía clases en la universidad, era alumno de mi viejo y llega a mi casa un día después de clases y cuando le abro la puerta me dice “¡la Nueva Oreja!”, por la new wave. Fue un buen nombre, porque se asociaba con la new wave, el movimiento musical en boga venido desde Inglaterra. Por lo tanto fue muy ad hoc, ya que era como decir “la nueva música que se viene”, y en cierta forma adelantó los géneros musicales que se incluirían en las futuras emisiones del programa. El nombre gustó mucho.

Jorge, antes de Uds. o paralelamente a la emisión de tu programa, existió el programa “La Ampolleta Encendida” de Ricardo Mahnke ¿Se consideraron de cierta forma, herederos de programas como el ya mencionado de Mahnke o de  “La Nueva Dimensión” de los Raurich? y ¿Cómo fue tu conexión con aquellos comunicadores?

Yo era elmás viejo del equipo que conducía la Nueva Oreja. Por lo tanto, alcancé a escuchar “La Nueva Dimensión” y era un fan de este programa. Había otro programa en radio Universidad de Concepción –cómo olvidarlo- con Fernando López que se llamaba “La Onda del Rock”, pero él estaba más abocado al rock and roll y al hard rock, con música de AC/DC, Queen, Ten Years After por un lado, y por otro, a la música argentina, con Raúl Porchetto, Serú Girán ( la banda de Charly García y Pedro Aznar), Alas, una banda progresiva de Pedro Aznar, Manal, una banda rocanrolera argentina de los ’70 que era espectacular, Vox Dei, que tiene un disco emblemático llamado “La Biblia” -búsquenlo-, Pappo Blues, Spinetta, obviamente, que para mí es lo máximo. Yo venía de escuchar todo lo que era Beatles, Bossa Nova y música clásica, y escuchar “La Nueva Dimensión” me expandió la mente.

¿Qué música se escuchaba en ese programa?

R. Fundamentalmente, música progresiva. Mucho Frank  Zappa, Emerson Lake and Palmer, Yes, Gentle Giant, Genesis, The Tubes. ¡Era alucinante! Todo en vinilo ¡ojo con eso!

¿Y con respecto a “La Ampolleta Encendida”?

R. ¡Pucha! Mahnke es mi amigo. Es como mi hermano también. Con Mahnke vivimos hartas cosas juntos, organizamos muchas tocatas. La gente podrá decir todo lo que quieran de Ricardo Mahnke, pero él ha hecho cosas por el medio artístico de la región. Creo que va a ser recordado, porque genera cosas. Ricardo es un tipo que admiro por su inteligencia, por su ironía –es un tipo que me hace reír mucho- y somos muy partners con él, la otra vez lo analizaba. Sabes que en una ocasión, según recuerdo, estábamos tomándonos algo en el Neruda, y entra un amigo en común y nos dice claramente a ambos: “¿cómo está la dupla de oro?”. Cuando nos juntamos con Ricardo generamos expectación, inventamos cosas en el momento, tenemos ese poder de convocatoria.

Beatles_Mendoza

Jorge y pensando a futuro ¿No existiría la posibilidad alguna vez de concretar algún programa radial en que estuvieran juntos esta “dupla de oro”?

¡OH! Me encantaría. Sería como juntar a Spinetta con Charly, lo que nunca se concretó. ¡Sí! Yo creo que sí. Conversándolo podría suceder ¿Por qué no? Sería espectacular.

¿Por qué hasta el momento no se ha concretado esta reunión?

Porque tomamos rumbos distintos. La vida te hace separarte de la gente. O sea, mantenemos el mismo contacto por Facebook, mantenemos la misma buena onda, y sería bonito lo que me acabas de plantear. Yo creo que podría fructificar esa idea de hablar con Ricardo y hacer algo.

De partida tendría sintonía asegurada…

Gracias. También me gustaría mucho trabajar con una mujer en particular: Verónica Rojas Araya, una chica que es productora en Santiago. Ella tiene una onda increíble y además tenemos un feeling increíble. Es el ángel que me cuida como diría el flaco Spinetta, porque más allá de ese ángel y esa pasión que compartimos, porque ya estamos en la sintonía de hacer cosas juntos, hay mucho amor en el sentido amplio de la palabra.

¿Qué estás haciendo en la actualidad? ¿A qué bandas estás manejando?

A una banda de colegio todavía. Aunque a ellos les moleste que se los diga. Ellos están bastante bien. Los veo muy bien.

¿Cómo se llama esta banda?

“Kilómetro 20”. Aunque a mi no me gusta mucho el nombre –siempre lo he dicho-, así es que no se enojen mucho chiquillos, pero es una banda que me sorprendió en muchos sentidos. He trabajado con muchas bandas emergentes, pero una banda que en un mes haya adquirido esos compromisos, se haya fijado un norte, haya trabajado a conciencia, haya ensayado lo que ensayan ellos, que tengan temas propios, que suenen increíble, que estén súper afiatados y que estén súper definidos. Les falta obviamente, porque son jóvenes todavía y tienen derecho a equivocarse. Sin ser soberbio, o como decía Cerati “no es soberbia es amor”, estoy realmente impresionado con el trabajo de “Kilómetro 20”, porque no puedo creer que unos muchachos en tan sólo un mes hayan logrado lo que ellos lograron. Ellos ya estaban juntos hace tres años, aunque, y no quiero pecar de soberbia, una vez que comencé a producirlos, las cosas cambiaron favorablemente para ellos como resultado de mi trabajo que ya es tiempo que se empiece a reconocer.

Háblanos de futuros proyectos que tengas en carpeta

Tengo varios. Estoy trabajando con tres niñas y quiero aprovechar de dejar algunas cosas claras para las malas personas, la gente que te envidia, que inventa rumores o cosas que no son y ya llegó la hora de decirlo. No es que me afecte, el que nada hace nada teme, pero hay que aclararlo de una vez. A mí siempre se me ha cuestionado mi trabajo con jóvenes, específicamente con niñas, como insinuando que tengo una rara inclinación hacia ellas, ni siquiera una buena inclinación. Simplemente la califican de "rara". Así de malditos. Yo tengo una hija, que es una destacada profesional, es muy linda y la crié de acuerdo a los tiempos. Le di libertades, le di principios, valores y aunque suene cliché, le di rock and roll, y creo que estoy orgulloso de haber criado a una hija como la que tengo, inteligente, capaz de salir adelante sola, sin un pelo de tonta, pero uno como progenitor, siempre quiere que los hijos hereden algo del padre, y lo que más quería en la vida es que mi hija fuera músico. No tuve la satisfacción de tener, aparte de Fernanda, un hijo hombre. Ahí quizás habría salido el rockero. No sé si llamarlo frustración, pero no creo que esa sea la palabra adecuada, porque estoy orgulloso de ella. Al final quedé con esa insatisfacción de que mi hija no fuera músico de rock y eso lo proyecto en estas niñas con las que trabajo como manager. He tenido resultados con muchas de ellas, por ejemplo con Sole Puentes, hoy en día integrante del dúo pop “Marineras”, que están sonando en radios, te hablo de Sole Vélez, que en España teloneó a los mismísimos Oasis y actualmente, trabajo con dos chicas hermosas, una que tiene 32 años, Angie Mejías, que versiona canciones de Jorge González en voz femenina. Otra chica que destacó en un ciclo de conciertos titulado "Y sólo cantan ellas" que hago todos los años en bares, donde las chicas tienen la libertad de poder mostrar su trabajo en el estilo o tendencia que ellas quieran, con banda o sin banda. También está el caso de otra chica que es Lisette Meza, que de todas las cantantes que vi en el circuito, muchas de ellas versionando a Violeta Parra, ella me mostró algo totalmente diferente. En su música hay elementos de Spinetta sin que ella se diera cuenta. Me gustó mucho su propuesta. Además, me encantaría trabajar con otra solista a la que encuentro genial que es Ivon Lagos.

Algunas palabras para cerrar esta entrevista…

No somos sólo eso; hombres con un cielo de fondo. Somos más que eso. DCC