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viernes, 29 de marzo de 2024 01:40h.
Opiniones

Vacaciones de invierno ¿Dónde está la nieve en la región del Biobío?

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Por Carlos Flores Adriazola

Operador Turístico

Carlos_Flores

 


Once mil millones de pesos fue  la cifra que aportó al PIB, el crecimiento turístico en Chile durante 2016. Nuestro país, por espacio de 2 años consecutivos, ha ganado el World Travel Awards, como un reconocimiento al desarrollo del eco turismo, el turismo rural, étnico y deportivo, actividades que llaman la atención de variopintos turistas de todo el orbe que visitan Chile durante el año, por la diversidad de paisajes que encuentran en nuestra loca geografía. Sin lugar a dudas, Chile es hoy Top One en la oferta de rincones desconocidos para la gran mayoría de chilenos, pero que cada día se convierten en destinos de viajeros de todas las latitudes.

En estos momentos corre la temporada alta invernal, y nuestra región del Biobío es reconocida a nivel planetario por su gran hotel internacional, con excelentes instalaciones para la práctica del esquí,  su cercanía con las termas de Chillan, la belleza del Valle Las Trancas, y la postal costumbrista de  Pinto y sus alrededores. Territorialmente hablando, hasta hace 3 semanas atrás, correspondía al producto turístico más potente de nuestra región.

Puesto que legalmente hablando, se aprobó la creación de la nueva región de Ñuble, nos quedamos sin el principal  atractivo turístico internacional que nuestra región ofrecía a través del producto nieve cada temporada invernal. Ahora, este pack constituido por el gran hotel y las termas, pertenecen a la provincia de Digüillín. Si bien es cierto, todo esto se relaciona con temas de reestructuración política del diseño regional y provincial; el motivo principal siempre es el económico. Se diga lo que se diga, el empresariado y los políticos chillanejos - entre el dilema de ser o no ser -, lograron ser región, contrariamente a lo que sucede con la élite penquista, cómoda, apática y timorata ante las decisiones capitalinas, y que de alguna manera,  también replica el modelo centralista con sus provincias, las que están hartas de su burocracia pencopolitana. La pérdida de este territorio de la ex - provincia de Ñuble (ahora convertida en región), no solo le hizo perder el producto antes mencionado, sino también gran parte de la “ruta de los vinos”,  de las viñas del Valle del Itata, y el Valle del Sol de Quillón y su tradicional balneario lacustre de Laguna Avendaño; todo un nuevo paradigma para impulsar el desarrollo turístico sustentable del Biobío.

Frente a la contingencia que nos pone este ordenamiento geo-político económico, y pese a los trasnochados reclamos de algunos políticos, jurisconsultos, historiadores  y consecuentes regionalistas, al parecer Ñuble región va “sí o sí”. No obstante, frente al fenómeno turístico, existen al menos dos importantes cuestionamientos que debemos hacernos:

¿Cuáles son los destinos invernales que la región del Biobío, debe ofertar para incentivar el turismo receptivo y la entrada de divisas a nuestras economías locales? Y ¿Cómo generar al corto plazo la infraestructura, calidad y estándares necesarios para el desarrollo de estos lugares, y  así potenciarlos como producto turístico nacional e internacional?

Por nuestra bella geografía montañosa, los primeros lugares que resaltan para la práctica de deportes invernales, son los faldeos del volcán Antuco y la Laguna del Laja, con buenas instalaciones para esquiar, cabañas y camping. Por cierto, muy bien equipados; sin embargo con inversión y apoyo gubernamental todo puede mejorar. Ahí encontramos el memorial a los mártires de Antuco, triste hito de una tragedia que debe conocerse para que no se repita en ninguna parte. Ahí está el paso internacional, el cual se puede potenciar para estrechar la relación con la hermana república Argentina, y mejorar el paso de Turistas.

También tenemos el Alto Biobío para prácticas de andinismo los volcanes Callaqui y Copahue para trekking y etno turismo. Los sectores de Ralco Lepoy, Trapa-Trapa y Santa Bárbara, para quienes buscan un encuentro con las raíces de nuestra cultura pehuenche y sus luchas reivindicativas, y las obras ingenieriles de las represas Ralco, Pangue, y Angostura. Esta última posee un centro turístico aledaño al embalse artificial, producto de la represa, con excelente infraestructura de playas, cabañas, senderos, museo antropológico, y de flora y fauna. Turismo etno-rural de común acuerdo con las comunidades; todo un acierto de Colbún, que Enel (ex Endesa) prometió hacer en Ralco, pero no cumplió.

Para que sea mucho más atractivo este sendero montañoso, recomiendo a estas empresas energéticas, que generen a priori, de común acuerdo con el MOP y el gobierno regional, un camino asfaltado que una este circuito con la novena región, para conectar nuestro Alto Biobío con Lonquimay, y las lagunas Galletué e Icalma, donde nace el Biobío.

También en esta época podemos encontrar cimas blancas en ciertos sectores de la Cordillera de Nahuelbuta, ricos en nieve, flora y fauna nativa, y cultura Lafquenche. Empezando por el sur en el Parque Nacional Nahuelbuta, subiendo desde Cañete por el sector Cayucupil, se pueden encontrar araucarias de más de 50 metros de altura y más de 3000 años de antigüedad. También está la Piedra del Águila, lugar sagrado mapuche, donde se puede otear desde el Pacífico hasta el cordón de los Andes, y luego se puede bajar hacia Angol, volviendo por la "ruta de la madera" bordeando el Biobío. Pero siguiendo en Nahuelbuta, en el sector Trongol Alto subiendo por Curanilahue, se puede encontrar nieve en un mágico bosque de araucarias que reluce entre las plantaciones de pino y eucaliptus, especial para la práctica de trekking, al igual que ciertos sectores nevados que bordean Río Lía, siguiendo su huella desde Carampangue donde desemboca, o desde los mismos campings cerca de Santa Juana, donde nace en el sector cordillerano al este, en su tramo más cercano al Biobío.

Si bien es cierto perdimos un destino internacional, al cual nuestros políticos y empresarios no darán importancia, o lo disfrazarán de integración u oportunidades, tal vez nosotros, con nuestros accesos habituales u ocasionales de ocio, también le restamos importancia. La realidad es, que el turismo como actividad económica y como fenómeno antropológico de desplazamiento de individuos de un punto a otro, con objetivos recreacionales y de esparcimiento (en este caso en temporada invernal), genera estadísticas que pueden terminar en números azules en las futuras temporadas frías, pero nos debe llevar a pensar cómo integramos esta necesidad de holgura material, con el desarrollo autosustentable y el respeto a la flora, la fauna y las comunidades locales. Aparte de la puesta en marcha de un desarrollo en pro de la infraestructura, se debe promover una valoración cultural por mostrar estos sectores. Debe educarse a la población, tanto a los que generan los servicios de turismo receptivo, como informar respectivamente a los turistas en el respeto a esos entornos prístinos. En el caso de nuestras provincias como las de Arauco y Biobío, hay un gran déficit de cosas tan vitales como poseer un alcantarillado en las zonas urbanas donde llegan, en primera instancia los visitantes, antes de subir a los lugares que buscan.

En temas de turismo progresaremos a medida que, tanto públicos como privados, trabajen pro – activamente…: “La lluvia y la nieve seguirán cayendo y la gente las seguirá buscando en este pedacito de angosta faja”.